🎓 Nace un Nuevo Lenguaje Covídico

Paralelamente a la crisis sanitaria, se ha desencadenado una “urgencia lingüística” que se traduce en una creativa actividad de generación de palabras.

Fecha: miércoles, 30 de septiembre de 2020 a las 14:30h

Nace un nuevo lenguaje covídico

Paralelamente a la crisis sanitaria, se ha desencadenado una “urgencia lingüística” que se traduce en una creativa actividad de generación de palabras. El fenómeno surge de la necesidad. Como explica nuestro rector y doctor en Filología, Rafael Rodríguez-Ponga, “las palabras que teníamos no sirven para describir la pandemia que estamos viviendo en 2020”. 

A partir de esta inquietud, se ha desatado “una ola de creatividad” en las distintas lenguas, que han cambiado su vocabulario en tan solo unos meses. “La velocidad del virus ha estado unida a la velocidad de difusión de los conceptos y palabras”, apunta Rodríguez-Ponga, que ha recogido estas consideraciones en el capítulo ‘El nacimiento de un nuevo vocabulario’, dentro del libro Pandemia y resiliencia: aportaciones académicas en tiempos de crisis. Publicada por EUNSA, esta obra nace del impulso del grupo de investigación Familia, Educación y Escuela Inclusiva (TRIVIUM) de nuestra universidad. 

En dicho capítulo, el autor describe distintos vehículos a través de los que se ha conformado un verdadero "nuevo lenguaje covídico". Así, se hace referencia a neologismos prestados del inglés (covid), la popularización de términos anteriormente limitados al ámbito científico (coronavirus) o jurídico (confinamiento), asignación de nuevos contenidos a palabras ya existentes (test, aforo), generalización de siglas como nombres comunes (epi, erte) y creación de neologismos a través de la derivación (covídico, coronavírico), la composición (coronabono) o ambas a la vez (sologripista). Como expresivamente refleja el autor en las páginas de este capítulo, una frase con palabras como sologripista, epi, erte, covid o desescalada probablemente no sería inteligible en 2019, pero sí lo es en 2020. 

De la tranquilidad a la guerra

Rodríguez-Ponga estructura el capítulo en función de las diferentes realidades objeto de designación. En primer lugar, pone de manifiesto cómo en pocas semanas las autoridades pasaron de hablar de calma a introducir un lenguaje bélico. En el cruce de caminos, se dio la paradoja de que “tranquilidad y alarma, en lugar de ser contradictorias, pasaron a ser palabras cercanas, lo cual contribuyó a generar desconfianza en los mensajes”. 

Derivados de corona y de covid

Hay también un apartado dedicado al nuevo virus, su nombre y derivados. Sobre la utilización de la palabra coronavirus, el autor subraya que se trata de un significante que ha pasado a tener tres significados (familia de virus, virus y enfermedad). En este epígrafe se hace mención a algunas de las más significativas formas derivadas de coronavirus: coronabono, coronabulo, coronabeso, coronacompra, coronovírico, coronaviroso o coronial

El nombre de la enfermedad en sí misma (covid), además de ser un neologismo, ha dado lugar también a un sinfín de nuevas palabras. Entre otras, Rodríguez-Ponga menciona covídico, covidiano, covidoso o covidiota. Cuando centra el foco en las consecuencias sanitarias, es decir, en la pandemia, no le cuesta tampoco encontrar palabras de nuevo cuño. Prepandemia y postpandemia hoy en día son ineludibles términos temporales. Asimismo, ahora “estamos familiarizados” con locuciones cuyo significado antes era conocido fundamentalmente por los estadísticos: curva de contagio, aplanar la curva, doblegar la curva, pico de la curva o alcanzar el pico o llegar al pico. 

No se desdoblan

Rodríguez-Ponga también indaga en las medidas de protección, con palabras como viricida, gel hidroalcohólico o epi. A partir de la crisis del coronavirus, muchas palabras han trascendido del estricto ámbito hospitalario al que estaban limitadas. Entre otras, el autor se refiere, en este punto, a las siglas UCI o los respiradores

En el apartado que dedica a las personas víctimas del coronavirus, le parece llamativo al autor que no haya habido desdoblamiento de género en las comunicaciones oficiales al hablar de muertos, contagiados o enfermos. “La conclusión es que solamente piden el desdoblamiento cuando hay connotaciones positivas de tipo social o profesionales, en situaciones donde puede haber discriminación”, observa Rodríguez-Ponga. 

Confinamiento y nueva normalidad

Respecto a las consecuencias sociales, hay espacio para recalcar el cambio experimentado por la palabra confinamiento, que “de significar ‘destierro’ ha pasado a significar ‘prohibición de salir de los límites del domicilio’ o ‘cerrar los límites y las fronteras’”. En este punto, Rodríguez-Ponga hace alusión también a expresiones como balconear o balconazi.

El capítulo concluye con una referencia a la transición a la nueva normalidad, contexto en el que nos hemos acostumbrado a palabras como desescalada, desconfinar o rastreador. “En esta nueva normalidad, tenemos palabras, significados, connotaciones y hasta usos sintácticos que antes no teníamos. Nuestro idioma ha crecido”, concluye Rodríguez-Ponga. 

Nace un nuevo lenguaje covídico